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Lo recuerdo con claridad, había muerto el padre de un amigo y eso supuso que el tema de conversación durante semanas fuese la muerte su significado, después de largas Consideraciones, sentí como si se hubiese encendido una bombilla en la cabeza, de pronto entendí lo absurdo de temer o preocuparse por la muerte, con un razonamiento realmente muy sencillo, pensé simplemente en lo que ocurriría un instante después de morir, ¿qué ocurre un Instante después? Y mi respuesta fue ¡y qué importa!
Efectivamente un instante después de la muerte de uno mismo o de cualquier otra persona nada importa, todas las preocupaciones cesan, y eso me dio una sensación de paz extraordinaria, ya puestos se me ocurrió pensar en el motivo por el que yo o cualquier otra persona tendríamos que desear trascender ese momento.
Si lo miramos con detenimiento, ese razonamiento del instante posterior a la muerte y el vacío posterior es suficiente, no hace falta nada más, ¿Entonces porque tanto lio con la necesidad de transcenderlo?
Se puede entender que la propia individualidad, mi personalidad o también pueden llamarlo mi ego o el de los demás ya que todos acabamos igual, pretenda lograr la supervivencia, pero ocurre que no existe ninguna filosofía reencarnacioncita que nos hable de la supervivencia de esa parte tan amada que tanto deseamos hacer perdurar, ocurre que se nos habla de una supervivencia de la parte espiritual o esencial desligada de todo eso.
Aun así existen religiones que juegan a prometer una continuidad de la identidad mental para lograr adeptos, esto no deja de ser un juego absurdo, sólo hay que mirar atrás y delante para darse cuenta de que la identidad de una persona en su infancia, adolescencia, madurez y vejez es distinta, por lo tanto aferrarse a la idea de supervivencia de aquello de nosotros mismos con lo que nos identificamos y es inmutable carece de sentido.
Entonces ocurre que distintas corrientes de pensamiento proclaman la necesidad de crear una parte permanente e indivisible con la que se pueda trascender la muerte y entrar en la eternidad, pero vean, realicen este experimento ahora, piensen en que parte de su mente o digamos su ser se encuentra protegida de variación, que parte no evoluciona?, y una pregunta mejor, si llegamos a esa parte por medio de un proceso espiritual o mental ¿cómo es posible que no sea sensible a ser modificada?
La única respuesta a esta cuestión pasa por encontrar algo que está presente y es inmutable, o sea que nunca evoluciono de nada anterior, y ahora díganme ¿lo encuentran? si la respuesta es sí y es un algo asociado a su personal manera de ver el mundo se están confundiendo, todo cambia, si es si y lo perciben como algo espiritual entonces no es aquello que suele ser perseguido, puesto que no pertenece a nuestra propia personalidad o identidad amada y no es lo que realmente deseamos hacer permanecer.
Llegados a este punto cabe preguntarse ¿y para qué querría yo la reencarnación? Llegados a este punto me doy cuenta de que no tengo deseo alguno de perdurar y ningún interés en conocer si he tenido vidas pasadas o si las tendré en el futuro, aunque este abierto a creer que esta posibilidad sea verdadera.
Una gran parte del control que ha ejercido las religiones mayoritarias sobre la población está basado en la idea de una continuidad tras la muerte, pero tal continuidad es provocada por un fantasma mental, por un deseo evolutivo de hacer perdurar la especie y permanecer.
Además en tiempos pasados los sacerdotes despacharon buenos o malos lugares en el cielo o el infierno en función del pago de las deudas que la iglesia necesitaba para la construcción de sus templos, por lo tanto los mejores sitios ya están cogidos.
Efectivamente un instante después de la muerte de uno mismo o de cualquier otra persona nada importa, todas las preocupaciones cesan, y eso me dio una sensación de paz extraordinaria, ya puestos se me ocurrió pensar en el motivo por el que yo o cualquier otra persona tendríamos que desear trascender ese momento.
Si lo miramos con detenimiento, ese razonamiento del instante posterior a la muerte y el vacío posterior es suficiente, no hace falta nada más, ¿Entonces porque tanto lio con la necesidad de transcenderlo?
Se puede entender que la propia individualidad, mi personalidad o también pueden llamarlo mi ego o el de los demás ya que todos acabamos igual, pretenda lograr la supervivencia, pero ocurre que no existe ninguna filosofía reencarnacioncita que nos hable de la supervivencia de esa parte tan amada que tanto deseamos hacer perdurar, ocurre que se nos habla de una supervivencia de la parte espiritual o esencial desligada de todo eso.
Aun así existen religiones que juegan a prometer una continuidad de la identidad mental para lograr adeptos, esto no deja de ser un juego absurdo, sólo hay que mirar atrás y delante para darse cuenta de que la identidad de una persona en su infancia, adolescencia, madurez y vejez es distinta, por lo tanto aferrarse a la idea de supervivencia de aquello de nosotros mismos con lo que nos identificamos y es inmutable carece de sentido.
Entonces ocurre que distintas corrientes de pensamiento proclaman la necesidad de crear una parte permanente e indivisible con la que se pueda trascender la muerte y entrar en la eternidad, pero vean, realicen este experimento ahora, piensen en que parte de su mente o digamos su ser se encuentra protegida de variación, que parte no evoluciona?, y una pregunta mejor, si llegamos a esa parte por medio de un proceso espiritual o mental ¿cómo es posible que no sea sensible a ser modificada?
La única respuesta a esta cuestión pasa por encontrar algo que está presente y es inmutable, o sea que nunca evoluciono de nada anterior, y ahora díganme ¿lo encuentran? si la respuesta es sí y es un algo asociado a su personal manera de ver el mundo se están confundiendo, todo cambia, si es si y lo perciben como algo espiritual entonces no es aquello que suele ser perseguido, puesto que no pertenece a nuestra propia personalidad o identidad amada y no es lo que realmente deseamos hacer permanecer.
Llegados a este punto cabe preguntarse ¿y para qué querría yo la reencarnación? Llegados a este punto me doy cuenta de que no tengo deseo alguno de perdurar y ningún interés en conocer si he tenido vidas pasadas o si las tendré en el futuro, aunque este abierto a creer que esta posibilidad sea verdadera.
Una gran parte del control que ha ejercido las religiones mayoritarias sobre la población está basado en la idea de una continuidad tras la muerte, pero tal continuidad es provocada por un fantasma mental, por un deseo evolutivo de hacer perdurar la especie y permanecer.
Además en tiempos pasados los sacerdotes despacharon buenos o malos lugares en el cielo o el infierno en función del pago de las deudas que la iglesia necesitaba para la construcción de sus templos, por lo tanto los mejores sitios ya están cogidos.